Al momento de abordar un fenómeno tan complejo como la violencia
familiar, necesariamente recurrimos a realizar un estudio sistemático de la
familia como un producto, o fenómeno social de dimensiones complejas.
Pues la
familia, es la unidad de análisis sobre el cual gira el problema de
investigación, por lo cual es importante realizar un estudio crítico de su
evolución en la historia y al mismo tiempo describir las relaciones de poder
que se establecen al interior de ella.
1.1.
La Familia como producto social
La familia moderna, tal como se la conoce actualmente, no debe
tomarse en cuenta como un fenómeno social que se ha mantenido inmutable en el
tiempo. Pues la familia, al igual que los fenómenos sociales, tiende a
transformarse conforme se transforman las fuerzas productivas y las relaciones
sociales de producción.
La familia,
dice Morgan, es el elemento activo; nunca permanece estacionada, sino que pasa
de una forma inferior a una forma superior a medida que la sociedad evoluciona
de un grado más bajo a otro más alto. Los sistemas de parentesco, por el
contrario, son pasivos; sólo después de largos intervalos registran los
progresos hechos por la familia y no sufren una modificación radical sino
cuando se ha modificado radicalmente la familia. (Engels 1978: 54).
Las relaciones que se establecen al interior de ella son
relaciones que dependen del tiempo y del contexto histórico de que se trata.
Por ejemplo, la característica general de la familia moderna es su carácter
nuclear, es decir donde se forma un núcleo de descendencia alrededor del padre
y de la madre, cuya característica es el dominio del varón. Es decir que la
figura de las relaciones de poder al interior de la familia es el
patriarcalismo.
Engels realiza un precioso estudio histórico sobre la familia como
un producto de la sociedad en general. Y distingue varias formas de ella y
distintas relaciones sociales entre las mismas.
1.1.1. La Familia consanguínea.
Esta es la primera etapa de la familia en la historia de la
sociedad humana. Aquí prima el criterio de generaciones para diferencias a los
grupos conyugales. Es decir que hay una diferenciación de los abuelos con los
padres y de los padres con los hijos. Los hijos pueden llamar indistintamente
padres a cualquier miembro de la generación de padres y puede llamar abuelos
indistintamente a los miembros de la primera generación.
En esta forma de familia los ascendientes y los descendientes, es
decir los padres y los hijos están excluidos de las relaciones matrimoniales.
Esto significa que los padres y los hijos no mantienen relaciones
matrimoniales, y por ende relaciones sexuales. Sin embargo, pueden los miembros
de la ascendentes, mantener relaciones matrimoniales y sexuales indistintamente
entre ellos. Y lo mismo sucede con cada estrato generacional[1].
Hermanos y hermanas, primos y primas en primero, segundo y
restantes grados, son todos ellos entre sí hermanos y hermanas, y por eso mismo
todos ellos son maridos y mujeres unos de otros. El vínculo de hermano y
hermana presupone d por sí en este periodo el comercio carnal recíproco.
(Engels 1978: 58).
Esto suponía que los descendientes de este tipo de familia sean
entre sí maridos y mujeres unos de otros, por lo que el criterio familiar sería
la consanguineidad, o sea que se da una relación de parentesco basado en la sangre.
Este primer tipo de familia que es la base sobre la cual las otras
formas de familia han ido evolucionando consiste en la libertad sexual al
interior de cada estrato generacional. Esto supone que hay un inevitable
relacionamiento carnal o sexual entre hermanos y hermanas. Obviamente por la
características sociales de la época, era muy difícil, en términos morales ver
un tipo de familia como la presente en las sociedades modernas.
En este contexto familiar no era prudente hablar de violencia
sexual a los menores, pues los hermanos eran entre sí hermanos y hermanas y por
ende maridos y esposas entre sí. En este sentido se habla de un comercio sexual
sin trabas.
No sólo en la
época primitiva eran marido y mujer el hermano y la hermana, sino que aun hoy
es lícito en muchos pueblos un comercio sexual entre padres e hijos.
Bancroft atestigua la existencia de
tales relaciones entre los kaviatos del Estrecho de Behring, los kadiakos de
cerca de Alaska y los tinnehs, en el interior de la América del Norte
británica; Letourneau ha reunido numerosos hechos idénticos entre los indios
chippewas, los cucús de Chile, los caribes, los karens de la Indochina; y esto,
dejando a un lado los relatos de los antiguos griegos y romanos acerca de los
partos, los persas, los escitas, los hunos, etc.. Antes de la invención del
incesto (porque es una
invención, y hasta de las más preciosas), el comercio sexual entre padres e
hijos no podía ser más repugnante que entre otras personas de generaciones
diferentes, cosa que ocurre en nuestros días, hasta en los países más
mojigatos, sin producir gran horror. (Engels 1978: 68).
Esto supone que las relaciones sexuales entre padres e hijos,
hermanos y hermanas existían en la etapa primitiva de la familia, que como toda
etapa primigenia es superada por una superior.
1.1.2. La familia punalúa
El primer de los progresos de la organización familiar primitiva
fue la discriminación sexual de los padres sobre los hijos, la segunda forma de
esta organización de la familia consistió en la exclusión de los hermanos y
hermanas del comercio sexual recíproco. Este proceso que fue muy difícil
comenzó con la exclusión de los hermanos uterinos, es decir de parte de la
madre. Los hijos de una sola madre se excluían del comercio sexual. Y siguió su curso hasta que se prohibió el
matrimonio y las relaciones entre los hermanos colaterales, es decir los
primos. Este proceso de exclusión del comercio sexual entre hermanos y hermanas,
llegando incluso hasta los primos terceros fue catalogado por Morgan como una
forma ilustrativa y brillante de cómo actúa la selección natural.
De la familia que Morgan caracteriza como consanguínea salió la
familia punalúa. Esto consistía, entonces, en que un grupo de hermanas
carnales, primas en primero, segundo y otros grados se convertían en mujeres comunes de sus
maridos que ya no tenían la necesidad de llamarse entre sí hermanos, sino
punalúa, que en el léxico Hawaiano significa compañero íntimo. De esta misma
forma una serie de hermanos uterinos
tenían en común a cierto número de mujeres con la característica de que
eran excluidas de este matrimonio sus propias hermanas uterinas.
Este tipo de familia excluyó entonces el matrimonio y por ende las
relaciones sexuales no solo entre los padres y los hijos, sino entre los
hermanos.
1.1.3. La familia Sindiásmica
En el presente tipo de familias extensas constituidas por grupos
matrimoniales se empezaban a formas de manera precaria parejas conyugales. Es
decir que el hombre tenía de entre todas sus mujeres una principal, aunque no
favorita, y para ella también el hombre se convertía en el esposo principal. Conforme
se iba desarrollando la gens se iba marginando todavía aún más el matrimonio
entre los diversos tipos de hermanos y hermanas. Estas formas de organización
familiar basados en el matrimonio por grupos fue sustituyéndose poco a poco por
la familia Sindiásmica. Aquí el vínculo
conyugal se rompe con mucha facilidad y
los hijos pertenecen solamente a la mujer.
Según al teoría de Morgan, es la ley descubierta por Darwin los
que actúa en el seno mismo de la evolución de la sociedad con respecto a las
uniones matrimoniales y la forma de organización familiar, pues no solo se
excluyen a todo tipo de parientes consanguíneos de las relaciones matrimoniales
y sexuales, sino que la misma comunidad empieza a reprimirla y comienza a
surgir la idea del incesto.
Es así que una de las razones para el surgimiento de la familia
monogámica tiene que ver con un complejo proceso de selección al interior de la
sociedad. La familia monogámica nada tiene que ver con el amor sexual
individual, aunque los predicadores, sostienen que es su base.
En estas formas de familia precedentes se puede ver una forma de
organización familiar basada en la exclusión de los hermanos de las relaciones
carnales y en un predominio de las mujeres en el hogar, que se traducía en el
derecho materno, pues del matrimonio por grupos se puede determinar la madre,
pero no el padre, por tanto la herencia venía de la línea materna.
El declive y la crisis del derecho materno lo condujeron a su
derrocamiento, por lo que esto constituyó en una variación en las relaciones de
poder al interior de la familia. Pues si al principio predominaba la mujer por
ser dueña y poseedora de la economía doméstica, ahora, predominará el hombre.
El hombre
empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en
la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento
de reproducción. Esta baja condición de la mujer, que se manifiesta sobre todo
entre los griegos de los tiempos heroicos, y más aún en los de los tiempos
clásicos, ha sido gradualmente retocada, disimulada y, en ciertos sitios, hasta
revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida. (Engels 1978:
69).
El predominio del hombre
sobre la mujer surge más o menos cuando surgen las clases sociales. Es decir la
explotación de unos grupos humanos por otros.
Este punto fulminante para el género femenino se lo puede observar en la
familia patriarcal.
El rasgo de la familia patriarcal es que consiste en “la
organización de cierto número de individuos, libres y no libres, en una familia
sometida al poder paterno del jefe de ésta” (Engels) en tiempos de Grecia y
Roma esta forma de familia consistía en que no era solamente los hijos los que
se encontraban en potestad del padre, sino también los esclavos. Así mismo, los romanos desarrollaron el
concepto de familia (famulus) para hacer referencia a un conjunto de esclavos
pertenecientes a un mismo hombre. Así la familia (id es patrimonium) es la
herencia que se tranmitía por testamento. Esta expresión fue inventada por los
romanos para denominar a una institución
social cuyo jefe tenía bajo su poder a la mujer, a los hijos y a cierto número de esclavos, con el derecho
a la muerte y la vida sobre ellos.
Es en esta forma de familia donde se puede señalar el tránsito de
la familia Sindiásmica a la familia monogámica. Para asegurar, en primer lugar
la fidelidad de la mujer, uno de los rasgos que genera celos y la violencia
intrafamiliar, y por consiguiente la paternidad de los hijos. Esta familia es
entregada sin reservas al poder del hombre, y cuando éste ejerce algún tipo de
violencia como la muerte de los individuos miembros, no hace más que ejercer su
derecho.
1.1.4. La familia monogámica
Este tipo de familia nace de
la familia Sindiásmica. Su rasgo principal es que se funda en el predominio del
hombre sobre la mujer, su finalidad exclusiva consiste en la procreación de
hijos cuya paternidad pueda ser indiscutible, y esto es fundamental pues es la
base sobre la cual descansan los intereses capitalistas porque los hijos de
descendencia legítima son los futuros herederos de las propiedades del padre.
Este tipo de familia se diferencia
de la familia Sindiásmica por establecer lazos mucho más estables entre los
cónyuges que no se pueden disolver por voluntad unilateral de las partes. En
este tipo de familia no se cuestiona al hombre en tanto es él quien puede
incurrir en la infidelidad y repudiar a la mujer. El derecho a la infidelidad es una
característica, aunque no explícita, que se le reconoce al hombre por simple
derecho consuetudinario y que es el resultado de que el hombre ha logrado una
total situación e poder frente a la mujer.
El antagonismo entre el hombre
y la mujer, como señaló Marx, coincide exactamente con el antagonismo de unas clases con otras. Y la opresión de la
mujer por el hombre coincide indiscutiblemente, a la luz de las últimas
investigaciones, sobre la opresión de unas clases sobre otras. La monogamia se presenta como una forma
celular de la sociedad civilizada cuyas
contradicciones de la sociedad en su conjunto se encuentran en su interior.
La relación de poder a favor
del hombre está en directa relación con en el monopolio de los ingresos económicos que domina el
hombre. Y al sustentar económicamente a la familia, y en el mismo sentido que
esta depende de forma exclusiva del trabajo de éste no hay otra forma de
relación en que sea indiscutible la autoridad del padre sobre los otros
miembros.
La familia
moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud (servitus), sino también la
servidumbre, y desde el comienzo mismo guarda relación con las cargas en la
agricultura. Encierra, in miniature,
todos los antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su
Estado. (Engels 1978: 71).
Es así que el hombre puede ejercer, al igual que la clase
dominante, al interior de la familia el más abierto despotismo, del cual
deviene y deriva la violencia sexual hacia la pareja conyugal, e incluso hacia
los miembros menores de la familia.
[1]
Utilizaremos el término estrato generacional para denotar grupos humanos
familiares diferenciados únicamente por su tipo, ya sean abuelos, padres,
hijos, etc.
BIBLIOGRAFÍA
ENGELS,
Federico (1978) El origen de la
familia, la propiedad privada y el estado. México:
siglo XXI
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